miércoles, 24 de diciembre de 2008

El Juego de la Niñez

Cuando camino, siempre bajo la cabeza, como si al mirar el suelo pudiera encontrar el significado de mi vida, escarbo en las líneas del pavimento, para no pisar y perder el juego de las normas de mi niñez.

Carta para mi hermana

Carta para mi hermana.

Muchas hermanas tienen algo en común, nosotras tenemos nuestra familia, nuestra forma de ser, tenemos la pena de.

Tu que eres mi hermana pequeña, bajaste de las nubes cuando tenia 11 años y hasta hoy sigues siendo como mi angelito, me haz acompañado toda una vida, y haz amado a mis hijos como nadie, y yo te amo por eso.

Se que fuiste la flaca de la familia y que te duro poco y que nosotros, fuimos difíciles de entender. A mi no me gustaba que nos vistieran iguales, pero igual resulta entretenido recodarlo hoy.
Tú eres mi hermana, mi adorada hermana, y si no fuera por ustedes yo no podría decir que soy orgullosamente su hermana

Tuve un sueño un día domingo ,uno en que tenia dos hermanas, las mejores del mundo, una pequeña que se cayo de una nube y otra un poco menos pequeña que bajo corriendo sosteniendo sus largas piernas de las profundidades de un volcán, una suave y regalona, otra tierna y orgullosa.

Bajamos todas juntas a las profundidades de la tierra a vivir la vida que la diosa del aire nos destino, alas tres juntas y a las tres por separado. Cada una tomo un rumbo y dirigió su propia carroza en caminos diferentes. Hemos cabalgado en briosos caballos de colores distintos, pero de la misma raza. Tratando de vivir la vida, a veces nos hemos olvidado de vivirla, y a veces solo necesitamos respirar y gritar que todavía estamos aquí.
Cada estrella y cada meteoro que se cruzo mientras crecíamos, nos dio un impulso para comprender, para amar y para avanzar.

Mi padre y mi madre me dieron una misión, la de ser su hermana mayor, la de amarlas, si por alguna razón dejo de serlo, solo respiren profundamente y reacuérdenme.

Siempre vamos corriendo por un corredor, rápido rápido, pero seguimos juntas. Siempre juntas.

Quiero escuchar hablar de ustedes, quiero compartir más todavía, quiero llegar a ver más sobrinos y nietos. Quiero bailar más vals y una que otra cueca. Quiero jugar al carioca como cuando niña, quiero a veces ser una niña., quiero hacer muchas cosas y vivir.
Una vez mi madre tuvo una hermosa hermana de cabellos crespos y largos, de ojos oscuros y dientes pequeños. Luego tuvo la idea de darme otra hermana, muy pequeña de cabellos rubios y ojos vivaces, y me las entrego en un envase de vidrio color azul.
En el color azul nos sumergimos las tres y navegamos durante nuestra infancia, tuvimos mucha lluvia, y tormentas pero también tuvimos arenas calientitas entre los dedos de los pies. Y eso es ser feliz,

Ser feliz es estar con ustedes, es ser de ustedes.
Definir que son dos hermanas.
Cada momento, sigue siendo el mejor cuando estamos juntas.
Cada preocupación es un acto de amor.

Mi Madre

miércoles, 12 de noviembre de 2008

El Regalo



Como en el camino de todos los hombres, mi esposo tenía un padre y mi hijo tenía un abuelo. El abuelo conoció a su nieto en una clínica del barrio alto, un caluroso día de verano. Los ojos verdes del abuelo le miraron extrañado, mi niño era pequeño y pelado, igual que él. Me llevó flores para sellar un trato que duraría 8 años. El trato de ser abuelo de mi niño. Tal vez en su memoria se refugiaron esos momentos, de cuando un nieto y un abuelo se conocieron. Yo no sé por que extraña razón se parecieron tanto como diferentes fueron, nunca un abuelo se alejo tanto de un nieto, sin comprenderlo.

A mi niño lo trajo una cigüeña, enorme y blanca desde las profundidades del cielo, lo trajo envuelto en un velo de silencio y dolor. Nos trajo, además una alegría inmensa, una esperanza y una gran pena. Quiso decirnos que el niño era diferente, delicado y nuestro.

Mi madre, su abuela descubrió con el tiempo que mi niño tenía una virtud, sus manitas eran mágicas. Cuando algo no andaba bien, y venía la tristeza, él solía colocar sus manos suavemente sobre las personas, los animales y las flores, y en ese instante se producía una suave vibración y todo volvía a ser calmo y recuperaba su ritmo normal.

Mi niño no hablaba, no podía cantar, no silbaba, no corría y no jugaba fútbol. Pero soñaba con castillos, armaduras, enanos y princesas, mi niño miraba todo a su alrededor con gran atención, se reía infinitamente , pero no era como los demás niños. No era como todos los nietos.


La cigüeña que trajo a mi niño, según me cuenta mi madre, nos volvió a visitar, pero extrañamente comenzó a picotear fuertemente las tejas de la casa, quiso avisarnos de algo, pero estabamos tan ocupados que no supimos escuchar. Mi madre supo que a mi niño algo malo le iba a pasar.


El abuelo de mi niño no lo comprendía. Mi niño expresaba su amor con caricias y besos, su abuelo no le correspondía, se asustaba de ver a un niño tan pequeño demostrar tanto amor, cuando él, que había pasado largo tiempo aprendiendo a vivir, no podía hacerlo. Mi niño lo desconcertaba, lo asustaba. Solo quería alejarse de él.


El abuelo vivió intensamente, se sumergió en la vida dando brazadas a su propio ritmo y en el rumbo elegido. Se deslizo sin llevar a nadie a dar su paseo. Hizo un juego de esta vida con sus propias reglas, sin que los demás le dijeran por donde ir.


El abuelo sabía muchas cosas, hablaba entretenido, le gustaban los autos nuevos y antiguos, la geografía y el campo, tomaba vino con los amigos, dicen que tenía muchos, le gustaba leer y ver televisión, escuchar buena música, era un gran conversador, pero no podía conversar con mi niño.


Al abuelo le gustaban los animales, para él eran una gran compañía, mi niño ama a los animales, los considera sus amigos, los acaricia con ternura y los invita a jugar con frecuencia.


Mi niño amaba a su abuelo, le extendía sus brazos para elevarse en un abrazo, le hablaba en su idioma para conectarse, pero su abuelo le tenía miedo, no lo podía entender, lo eludía diariamente. Mi niño lloraba con rabia y con pena.

Una mañana gris, según cuenta mi madre, la cigüeña volvió a visitarnos y trajo en sus alas malas noticias: mi niño enfermaba.


Duros días se agolparon en la puerta de nuestra casa, el jardín enmudeció, las flores se apagaron y el sol se escondió. Vino un viento huracanado, de colores grises y azules. Demasiadas noches para nuestros corazones.
Pero se hizo el milagro, y las manitas de mi niño comenzaron a renacer.


El abuelo de mi niño en ese instante rescato de sus recuerdos el día en que se conocieron y una lágrima grande y transparente le mojo el bigote.


Y vino por última vez la cigüeña a visitarnos, según cuenta mi madre, estaba preciosa, blanca y enorme, erguida en la copa del palto más alto de mi niñez, abrió sus grandes alas y nos dejo un regalo, nos dijo la verdad sobre mi niño, nuestro niño.

Han pasado varios años desde entonces, mi niño respira a mi lado, ya habla con más soltura, juega con burbujas, conoce algunas letras, acaricia a la gente y las besa. Sus manitas son milagrosas, le quitan la pena al que esta triste, le dan aliento al fatigado, le dan calorcito al que tiene frío, sus manitas, sus manitas.
Hace algunos meses , mi niño sin razón aparente comenzó a llorar, y a hablar en su idioma, ese idioma que su abuelo no entendía. Descubrimos que algo malo iba a ocurrir.


Yo no podía comprender, ¡ que difícil se hace cuando creces entender el idioma de la inocencia ¡ , mi niño lo sabía antes que todos, él en su idioma nos contó la noticia y nosotros esperamos en silencio la llegada de la paloma mensajera.


Una paloma gris entro en la casa de la abuela de mi niño, voló de un lado para otro, y de pronto se posó en el hombro de mi hijo mayor y le contó al oído que su abuelo se había marchado.


El abuelo de mi niño, se fue sintiendo miedo de lo que no comprendía, mucha era la distancia entre ellos, pero mi niño que lo sabía antes, en ese instante, en el de la partida, perdono a su abuelo.


Durante el funeral abrieron la puerta de su cobija de muerte, y mi niño posó sus manos sobre la transparencia de su rostro y le dijo: Abuelo, tata, te regalo el reflejo de mis manos en tu cristal, para que las veas y las sientas cuando despiertes de tu sueño, y recorras el camino que has de hacer para venir a buscarme cuando yo muera.
Allí quedaron como regalo de unidad las manitas sanadoras de mi niño grabadas en el catafalco de su abuelo.
El abuelo se fue un atardecer de abril, dejándole a mi niño un dolor tranquilo en el corazón, un recuerdo suave en el alma y una ausencia corta.


El abuelo de mi niño, no podrá verlo crecer, ni correr, ni hablar correctamente, pero si verá reflejado en el cristal de su catafalco las manitas de su nieto cuando sus ojos se abran al
despertar.


Mi madre...

2002

domingo, 9 de noviembre de 2008

El trencito del TIEMPO

Era la primera estación, estaba impaciente por llegar allá, no sabía con que ni con quien me iba a encontrar a medida que me acercaba más y más a la estación más era la impaciencia que yo creaba, luego de un rato llegué, era yo y mi mama, era cuando yo tenia 7 meses de gestación, estaba contento, me movía mucho, jugaba con el agua, mi madre al igual que yo estaba contenta, era su primer hijo, “el primogénito”, estuve un rato ahí observando como yo y mi madre éramos felices, pasado el tiempo tenia que partir, subí al tren y me fui.

En la segunda estación yo ya había nacido, tenia justo un año de vida, llegué y me estaban celebrando mi cumpleaños, mi primer año de vida, pero ya no estaba solo, ya no era yo y mi mama, ahora tenia un hermano, tenia un poco menos de 1 mes de vida por ende yo ya caminaba solo, estaba vestido de amarillo, ese es quizás el único recuerdo que tengo así de chico y que recuerdo, me veía feliz, me sentía feliz, estaba toda la familia reunida para esta gran ocasión, mi primer año de vida.

Pero llego la hora de partir, me dirigía a la próxima estación, llegué y me encontré que ya tenia 5 años, vivía en una casa que mi mama había arrendado, mi papa ya no estaba, para mi había pasado mucho tiempo, lo iba a ver de vez en cuando, me madre me decía que estaba en un hospital, yo le creía... luego descubriría que era la cárcel...

Decidí irme de esa estación ya me dirigía a la siguiente, ¿cuántos años tendré en la próxima estación?, tendría que llegar para averiguarlo. Cuando llegué no me baje del tren miré por la ventana, tenia 10 años iba al colegio, no me gustaba mi colegio, habían niños mas grandes de que yo que se la pasaban molestándome y yo tenia miedo de que mi mama me retará cada vez que hiciera algo incorrecto en el colegio. Menos mal que casi no estuve aquí...

Tengo 15 años ya!! Como pasa el tiempo... en esta estación me vi en mi colegio, con mis amigos, feliz... recordé a mis amigos olvidados y a otros que no veo, no se, han sido uno de mis mejores épocas...

La próxima estación es mi presente y mi presente implica mi futuro... prácticamente lo único que vi en esta estación fue a mi y mi novia, victoria, como nos conocimos, momentos felices, momentos no tan felices, y en cada minuto que pasaba estaba más y más convencido que ella será la persona con que estaré toda mi vida, recordé momentos, sentimientos...recuerdo que desde que la vi supe que sería mi esposa.

Paso el tiempo y he llegado a la ultima estación la estación del futuro, cuando mire por la ventanita no reconocí donde estaba pasaron unos segundo y me vi a mi, algo más viejo alentando a mi mujer... estaba en una sala de parto, era nuestro primer hijo, yo lloraba de felicidad, ella también ... en su cara se dibujaba la sonrisa más grande que jamás se halla visto y bastaba ver nuestros ojos para saber cuanto nos amábamos, el doctor interrumpe este momento mágico, miramos y nuestro hijo había nacido, era un hombrecito . . .